domingo, 22 de agosto de 2010

La punta del iceberg

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Más allá de su desprendimiento, en el norte de Groenlandia, la presencia de un témpano gigante, de cuatro veces el tamaño de Manhattan, plantea riesgos enormes.

La alerta la dieron investigadores del Servicio de Investigación de Hielos en Canadá, con base en información de un satélite de la Nasa. Fueron ellos quienes le contaron al mundo que un témpano de hielo de una superficie de aproximadamente 260 kilómetros cuadrados se desprendió del glaciar de Petermann, en el norte de Groenlandia, la madrugada del jueves 5 de agosto.

El glaciar Petermann ha perdido cerca de una cuarta parte de sus 70 kilómetros de largo de barrera de hielo flotante, de acuerdo con investigadores de la Universidad de Delaware, para quienes este iceberg recién nacido es el más grande formado en el Ártico en casi 50 años.

Andreas Muenchow, especialista en estudios oceánicos de ese centro de educación superior, asegura que desde 1962 no se desprendía un trozo tan grande de hielo en la zona. Sin embargo, aclaró que el desprendimiento no fue sorpresivo, porque los investigadores habían notado fisuras en los meses recientes sobre un extremo flotante del glaciar.

La nueva 'isla de hielo' tiene un área de cuatro veces el tamaño de Manhattan y su altura alcanza la mitad del edificio Empire State, de Nueva York.

El peligro invisible

Los movimientos de enormes bloques de hielo hacia el exterior del glaciar Petermann no son inusuales. La lengua de hielo flotante de este glaciar es la más grande del hemisferio norte y ocasionalmente da lugar a grandes icebergs.

Para dar una idea del volumen desplazado en el iceberg, Muenchow explicó que el agua dulce encerrada en el témpano alcanzaría para abastecer de agua potable a Estados Unidos durante 120 días.

Pero la dimensión del segmento desprendido a comienzos de mes habla, según los expertos, de un fenómeno mucho más serio, que se desarrolla lejos de la mirada del mundo, bajo la línea de flotación del glaciar.

Muenchow explica que, aunque el tamaño del témpano sea impresionante, es mucho mayor el volumen de agua que se derrite desde la base del glaciar Petermann, por el contacto con el agua (helada, pero comparativamente más cálida) del mar.

"La que se derrite desde abajo es una cantidad gigantesca de agua. Quizá no tan dramática y ciertamente no tan visible, pero esa en realidad es la historia".

Para científicos como el experto en glaciares Konrad Steffen, de la Universidad de Colorado, el asunto del iceberg es una clara señal de que el cambio climático está derritiendo la capa de hielo ártico más rápido de lo esperado.

"Es una señal de alarma, sin duda", dijo Steffen, quien supervisa la sección de Groenlandia de un reporte del Panel de Cambio Climático de Naciones Unidas, que deberá ser entregado en 2013.

Los científicos están vigilando el movimiento del iceberg de cerca, pues su ruta hacia el sur podría ponerlo en una trayectoria peligrosa para las plataformas petrolíferas de la zona y para las líneas de navegación.

Mediante un sistema de seguimiento satelital, han logrado especular que su ruta lo lleve hacia el estrecho de Nares, un pasaje navegable que separa a Groenlandia de la isla canadiense de Ellesmere.

Si en efecto se mueve hacia allí, existe la posibilidad de que el enorme iceberg se parta, debido a la acción del viento y del oleaje, en varios trozos que puedan suponer un riesgo para la navegación. Si logra entrar completo al canal, podría quedar atascado y bloquear o interferir con el desplazamiento de hielo marino hacia la bahía de Baffin, un mar que conecta los océanos Ártico y Atlántico.

Cualquiera de estos escenarios, sin importar el caso, no ocurrirá mañana. Aunque es imposible de detener o desviar debido a su colosal tamaño, el témpano se mueve muy lentamente, por lo que -según estimaciones del Canadian Ice Service- su viaje al sur podría tomar hasta dos años.

La alarma por el ominoso presagio que constituye el témpano viajero llegó hasta el Congreso de EE. UU. Allí, el representante demócrata Edward J. Markey, presidente del Comité de la Cámara para el Calentamiento Global, dijo: "Hasta ahora, 2010 ha sido el año más caliente jamás registrado y los científicos concuerdan en que el deshielo en el Ártico es un canario en una mina que está enviando un claro mensaje de advertencia sobre el precio del cambio climático".

Por WILSON F. VEGA
Con información de Efe y AFP


F eltiempo.com

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