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Famoso explorador y científico alerta sobre el estado del Caribe.
Siendo muy joven, en Girona, en plena Costa Brava catalana, Enric Sala se metió al Mediterráneo a bucear con esnorquel, pero no encontró lo que buscaba. Supuso que estaría más abajo. A los 18 años ya manejaba los tanques de aire comprimido con destreza, pero aunque podía ir más profundo, seguía sin encontrar lo que buscaba.
Lo que Enric quería ver eran las cientos de especies, la variedad de formas y colores que había visto cuando era apenas un niño en los documentales del más famoso de los exploradores del mar, el francés Jacques Cousteau, quien grabó decenas de impresionantes películas en ese mismo mar, en el Mediterráneo.
Luego entendió. No era cuestión de profundidades o distancias, sino de tiempos. Las filmaciones de Cousteau mostraban una fauna que, años de explotación, habían hecho prácticamente desaparecer.
Enric Sala -que tiene 41 años- es lo más parecido que pueda encontrarse hoy en día al mítico explorador francés. Con un punto a su favor: además de divulgador, de comunicador y documentalista, Enric es científico (biólogo marino), y de los buenos. No en vano ya recibió por su labor en defensa del mar el Premio Príncipe de Asturias, fue designado como 'joven líder global' por el Foro Económico Mundial y es uno de los exploradores estrella de la National Geographic Society.
Enric es jovial, relajado y pedagógico, pero eso no le impide hablar claro: "si no hacemos algo, el Meditarráneo, al ritmo que va, se podría convertir en una sopa de medusas y microbios". El Mercurio conversó telefónicamente con él sobre su fórmula para rescatar nuestros océanos: manejarlos como si fueran una cuenta bancaria: 'sacar poco a poco, y solo lo necesario; porque si sacas más de la cuenta, un día te quedaras sin nada'. Y remata: "hay que ahorrar".
¿La gente todavía se impresiona con los documentales y problemas marinos?
Ahora, con el derrame de petróleo en el Golfo de México, parece que el mar ha vuelto a meterse en el radar de la gente y la mayoría cree que los derrames de petróleo son el peor problema posible, pero no lo son. Los derrames son catastróficos e impresionantes, pero la sobrepesca ha acabado con el 90 por ciento de los grandes peces depredadores del mar. Sencillamente, nos los hemos comido.
¿Cuáles son las zonas marinas más degradadas del mundo?
Está el Caribe, por ejemplo, donde la mayoría de los arrecifes de coral son sólo una sombra de lo que eran. Y está el Mediterráneo, donde los grandes peces que nos mostró Cousteau han prácticamente desaparecido.
Además de la sobrepesca, ¿qué otras cosas influyen?
La contaminación, la modificación y destrucción de las costas por la edificación a gran escala y la llegada de especies invasoras que llegan con el agua de lastre que usan los barcos cargueros para compensar peso cuando viajan con bodegas vacias.
¿Y cómo está la protección en Suramérica?
Bastante mal. En Suramérica hay poquísimas reservas. Si ponemos las reservas de Latinoamérica en un mapa -excluyendo Galápagos, que es bastante grande-, casi ni se verían.
¿Cuál es la vía para frenar esta destrucción?
Las reservas marinas, que son como parques nacionales del mar: ahí no se pesca, con lo cual la vida marina se recupera muy rápidamente y ayuda a repoblar las zonas aledañas, lo que beneficia a la pesca y crea oportunidades enormes para el turismo.
¿Hay ejemplos exitosos en este sentido?
Las islas Medas, en España, que ahora tienen entre 5 y 10 veces más fauna marina que el resto de la Costa Brava y los ingresos por concepto de turismo son 20 veces mayor que los que generaba la pesca en la misma zona, lo que da trabajo a mucha más gente. Son herramientas útiles con las que nadie pierde.
¿Y fuera de España?
Hay muchos. Está Cabo Pulmo, en México, donde los peces se han recuperado de forma espectacular. Ahora es la zona con mayor abundancia de todo el país y el turismo ha sustituido a la pesca de manera muy exitosa. O la Gran Barrera de Arrecifes, en Australia. O la reserva marina de Mombasa, en Kenia, que en 20 años ha recuperado fuertemente la fauna marina de la región, y los ingresos de los pescadores se han multiplicado por dos.
¿Cuántas reservas como estas se necesitarían para proteger la vida marina?
Según las recomendaciones de los estudios científicos, para que el mar se recupere plenamente, debería haber al menos un 20 por ciento en calidad de protegida. Hoy, las reservas marinas del mundo no alcanzan al 1 por ciento de su superficie.
¿Y qué pasaría si se protege ese 20 por ciento?
Viviríamos mejor. El mar nos alimenta, los arrecifes nos protegen de las olas, de los huracanes, genera millones de puestos de trabajo, regula el clima. Estamos degradando el mar y disminuimos su capacidad de darnos esos servicios, que son vitales.
MAURICIO ALARCÓN C. EL MERCURIO (CHILE)
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