Sociedad civil lanzó el plan 'Amazonas 2030', para que el país también se asuma como amazónico.
"A sacar al Amazonas del olvido". Esa es la consigna que un grupo de organizaciones civiles, empresas privadas y embajadas tienen entre ojos para el 2011, con el fin de civilizar y rescatar la Amazonia colombiana, que, aunque abarca casi la mitad del país, sigue en el abandono.
El proyecto se llama 'Amazonas 2030' y busca poner la selva en la agenda nacional y global. Además, monitorear la actividad de la región y tomar una especie de 'foto' de la zona para vigilar las acciones que las entidades públicas de la nación, como las corporaciones autónomas, ministerios y entidades descentralizadas, como Parques Nacionales o Ideam, están desarrollando y deben aplicar para salvar al bosque de la destrucción. También se construirían una base de datos e informes analíticos periódicos.
Y no es capricho. El año 2030 coincide con cifras del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), que indican que si la deforestación en esta área megadiversa continúa -la tala ha destruido el 17 por ciento de la cobertura vegetal total de la selva que abarca nueve países- en 20 años tendríamos solo el 45 por ciento del bosque, y la reducción del agua potable y de los caudales de los ríos del continente sería más intensa. Y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) informa que, si no hacemos nada ya por cuidar este bosque húmedo, se volvería una sabana antes de que concluya el siglo XXI. "Con el Amazonas destruido, el régimen de lluvias en todo el continente cambiaría. Los gobernantes tienen que acostumbrarse a rendir cuentas por la fauna y la flora que dejan desaparecer y por los indígenas que dejan morir", dijo Wendy Arenas, directora de la fundación Alisos, que trabaja con delegados de las fundaciones Gaia, Etnollano y Cecodes, y con la embajada de Países Bajos en esta campaña.
"Ya es momento de que Colombia se asuma como un país amazónico y no solo andino o caribeño. La Amazonia nos presta servicios ambientales, y si perdemos la pelea contra la deforestación que la ataca, perderemos la guerra contra el cambio climático", explicó Martín von Hildebrand, director de la fundación Gaia.
La indiferencia que la sociedad civil trata de derribar está medida. Según investigaciones de la firma Cifras y Conceptos, que lidera César Caballero, ex director del Dane, ninguna institución pública nacional conoce con certeza las tasas de deforestación que afectan a este bosque tropical, esto a pesar de que Colombia se vende internacionalmente como una potencia megadiversa y en la Cumbre de Diversidad Biológica de Nagoya asumió pactos para frenar la pérdida de biodiversidad.
"El país tiene muy poca información sobre medio ambiente y gobernabilidad de la Amazonia, la que existe corresponde a cinco años atrás. El 22 por ciento de los datos son del 2005 o antes del 2000, eso no permite orientar las discusiones que se dan sobre el tema. Es importante revisar qué está pasando con la información, porque las entidades que tienen a su cargo su recopilación se financian con recursos públicos", dijo Caballero. Tampoco hay estadísticas actualizadas sobre mercado laboral u otros temas económicos, y eso que allí viven 1'200.000 personas.
Pero no solo es el Estado el desinteresado. Una encuesta de Napoleón Franco indica que la mayoría de la población reconoce saber muy poco de esta selva, la segunda región más rica en flora y fauna del país.
Colombianos reconocen el valor de la selva
La alianza 'Amazonas 2030' también busca volcar al colombiano promedio a favor de la selva, ya que una encuesta aplicada por la firma Napoleón Franco en 45 municipios concluyó que el 67 por ciento de los 1.500 encuestados reconoció tener pocos conocimientos de este bosque tropical.
Pero el 96 por ciento identifica su importancia y casi todos (90 por ciento), dicen que allí hay recursos naturales que deben ser atendidos con prontitud por el Gobierno.
El 77 por ciento cree que el futuro de la zona está en alto riesgo.
Cuando se preguntó qué era en lo primero que pensaba cuando alguien le hablaba de la Amazonia, la mayoría de los sondeados habló de animales, agua y belleza.
A pesar de toda esta biodiversidad, la mitad de los encuestados (52 por ciento) dijo que la mayor riqueza de la selva podría ser el petróleo y el oro del subsuelo, que podrían explotarse.
Las plantas del Amazonas actúan como un aire acondicionado que refresca al planeta. Y de allí también sale una quinta parte del oxígeno que usamos para vivir. Por estos servicios, un 90 por ciento de la gente que fue abordada por la encuesta piensa que los países desarrollados deberían pagar un 'impuesto', dirigido a los países amazónicos, que sirva para tener la selva intacta.
Javier Silva Herrera
Redacción Vida de Hoy
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