lunes, 28 de marzo de 2011

Temen que radiación en Japón pueda contaminar el océano

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Detectan fuga de agua contaminada con material radiactivo en el reactor nuclear número 2.

El agua contaminada por la radioactividad de uno los reactores afectados por el terremoto y el tsunami que se presentaron en Japón, el pasado 11 de marzo, podría filtrarse a aguas del océano, advirtió hoy el regulador nuclear de ese país, según información divulgada por The New York Times en su versión digital.

El descubrimiento podría significar mayores daños por la radiación liberada en la planta nuclear de Fukushima Daiichi y podría considerarse un nuevo revés para contener la crisis que desataron esos desastres naturales en las plantas de energéticas niponas. (Vea el especial  Japón, la tragedia de un pueblo)

Según el diario, los niveles de radiación han alcanzado los 1.000 millisieverts en el agua de uno de los túneles contiguos al reactor número dos de esa planta, dijo el regulador nuclear de Japón, Hidehiko Nishiyama, en una conferencia de prensa. El túnel está muy cerca del océano, unos 180 pies.
Sin embargo, los responsables de Tokyo Electric Power (TEPCO), operadora de la central nuclear, dijeron en rueda de prensa que no es probable que el líquido radiactivo haya llegado al Océano, ya que el conducto no tiene salida al mar, pese a que la central de Fukushima (noreste de Japón) se encuentra al borde de la costa.

Detectan fuga de agua contaminada
De otro lado, Tepco informó que detectó una fuga de agua contaminada con radiación en el reactor 2 de Fukushima

Este lunes, el portavoz del Gobierno japonés, Yukio Edano, dijo que ese alto nivel de radiación en la unidad 2 podría provenir del contacto de agua con material de las barras de combustible nuclear parcialmente fundido. La Agencia de Seguridad Nuclear dijo hoy que TEPCO debe vigilar una posible filtración de esa agua altamente radiactiva a la tierra, algo que los técnicos están intentando medir y confirmar.
Además, TEPCO está intentando determinar si el agua sigue saliendo del túnel, diseñado para el mantenimiento del reactor.

La Agencia de Seguridad Nuclear indicó que aún no está claro cómo se ha filtrado al exterior ese agua con alta concentración de material radiactivo, aunque podría deberse a una fuga en la conexión entre el reactor y las turbinas.
Asimismo, Tepco confirmó que en los edificios de turbinas de los reactores 1 y 3 hay zonas encharcadas con agua altamente radiactiva, que será bombeada por diversos medios para permitir reanudar las labores de restablecimiento de los sistemas de refrigeración de las unidades. Por el contrario, los niveles de radiactividad en el aire decrecieron hoy en la mayoría de las zonas de análisis en el área que rodea la central, según informó la televisión NHK.
En la ciudad de Fukushima, a unos 60 kilómetros al noroeste de la central, se midieron 3,84 microsieverts a la hora después del mediodía, un nivel alto pero no perjudicial para la salud.
EFE

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lunes, 14 de marzo de 2011

Vivir como un mono ayuda a preservar la selva en Laos

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Se trata de cabañas situadas a unos 40 metros de altura sobre el suelo en el sur de Asia.
Volar por la jungla en tirolina, o 'zipline' y dormir en los árboles como los monos es la "experiencia" de un ambicioso proyecto de conservación en el norte de Laos, antaño coto de cazadores furtivos que ahora se benefician del ecoturismo.
Absténganse quienes padezcan vértigo. Las cabañas están situadas a unos 40 metros de altura sobre el suelo, mientras los cables miden hasta 700 metros de largo y por ellos se viaja a una velocidad media de 80 kilómetros por hora.
Por si eso no fuera suficiente, la única sujeción del arnés es una simple polea de acero con un trozo de neumático de bicicleta para frenar.
"Es sencillamente alucinante, como volar", asegura Nathan, un mochilero estadounidense que apoya sus piernas en un tronco para propulsarse e ir aún más rápido en la tirolina, cuyo final impide ver la densa bruma de la mañana.
Tras una breve charla sobre las normas básicas de seguridad, los huéspedes disponen de total libertad para deslizarse una y otra vez por los cables hasta que oscurece, pues sólo está prohibido lanzarse de noche.
Pero el "zipping" sólo es parte de la "Gibbon Experience", así llamada porque está inspirada en el gibón de cresta negra (hylobates pileatus).
Este diminuto y escurridizo primate también se encuentra en Vietnam y el sur de China, y se creía ya extinguido en la región a principios de la pasada década, precisamente cuando llegó a la provincia de Bokeo el científico francés Jeff Reumaux, fundador de la organización no gubernamental Societé Animo.
Reumaux tardó un lustro en conseguir el dinero suficiente para construir las casas en los árboles con baños y agua corriente y la red de tirolinas que los une.
Tampoco le resultó fácil convencer a las autoridades laosianas para que declararan como reserva natural más de 123.000 hectáreas de bosque por el que entonces pululaban furtivos de la tribu hmong que capturaban elefantes, macacos, osos y tigres.
Esos mismos cazadores se han reciclado en guardas forestales y guías que mantienen a sus familias sin dañar el ecosistema.
"Hace algunos años, apenas podía alimentar a mi mujer e hijos con lo que ganaba con la caza, pero hoy vivimos mucho mejor sin tener que matar ningún animal", señala en un precario inglés Vong, a quien le bastan unas simples chanclas de goma para moverse por una selva que conoce como la palma de su mano.
En la reserva viven actualmente unos 400 gibones, el gran reclamo del proyecto y cuyos cantos se pueden escuchar al amanecer, aunque hay que tener mucha suerte para avistarlos a la distancia desde las cabañas.
"No he visto ninguno, pero no pasa nada. Para mí, la experiencia no es contemplarles sino vivir como ellos", comenta Lotte, otra excursionista a la que no le importó caminar durante más de cuatro horas y sufrir picaduras de insectos y sanguijuelas para llegar a las casas en los árboles.
La dureza del trayecto aleja al turismo de masas, que prefiere ver a los gibones de manera más cómoda en zoológicos o espacios más acotados y de fácil acceso en la vecina Tailandia, algo que no parece importarle lo más mínimo a Reumaux, reacio a una promoción comercial de su proyecto.
El francés explica a Efe que su objetivo no es convertirse en una mera atracción turística, sino plantear a los habitantes un modo alternativa a seguir explotando la naturaleza y talando la madera sin control.
"Queremos demostrarles que conservar esta selva es mejor que destruirla. Eso quizás sea obvio para nosotros, pero para poder persuadirles tenemos que hacerles ver que pueden vivir mejor así", indica el galo.
Para cumplir esa meta, parte del dinero recaudado por el ecoturismo se invierte en modernos sistemas de irrigación para arrozales y otros cultivos, con los que se alimentan unas familias que ya no tienen que quemar parte de la selva para hacer hueco a sus cosechas, como otros campesinos laosianos.
"Es caro, pero simple y eficaz, y constata que preservar los bosques no tiene por qué ser un asunto de los políticos", indica Reumaux.
EFE


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sábado, 8 de enero de 2011

Nos quedan 20 años para salvar la selva amazónica

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Sociedad civil lanzó el plan 'Amazonas 2030', para que el país también se asuma como amazónico.

"A sacar al Amazonas del olvido". Esa es la consigna que un grupo de organizaciones civiles, empresas privadas y embajadas tienen entre ojos para el 2011, con el fin de civilizar y rescatar la Amazonia colombiana, que, aunque abarca casi la mitad del país, sigue en el abandono.
El proyecto se llama 'Amazonas 2030' y busca poner la selva en la agenda nacional y global. Además, monitorear la actividad de la región y tomar una especie de 'foto' de la zona para vigilar las acciones que las entidades públicas de la nación, como las corporaciones autónomas, ministerios y entidades descentralizadas, como Parques Nacionales o Ideam, están desarrollando y deben aplicar para salvar al bosque de la destrucción. También se construirían una base de datos e informes analíticos periódicos.
Y no es capricho. El año 2030 coincide con cifras del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), que indican que si la deforestación en esta área megadiversa continúa -la tala ha destruido el 17 por ciento de la cobertura vegetal total de la selva que abarca nueve países- en 20 años tendríamos solo el 45 por ciento del bosque, y la reducción del agua potable y de los caudales de los ríos del continente sería más intensa. Y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) informa que, si no hacemos nada ya por cuidar este bosque húmedo, se volvería una sabana antes de que concluya el siglo XXI. "Con el Amazonas destruido, el régimen de lluvias en todo el continente cambiaría. Los gobernantes tienen que acostumbrarse a rendir cuentas por la fauna y la flora que dejan desaparecer y por los indígenas que dejan morir", dijo Wendy Arenas, directora de la fundación Alisos, que trabaja con delegados de las fundaciones Gaia, Etnollano y Cecodes, y con la embajada de Países Bajos en esta campaña.
"Ya es momento de que Colombia se asuma como un país amazónico y no solo andino o caribeño. La Amazonia nos presta servicios ambientales, y si perdemos la pelea contra la deforestación que la ataca, perderemos la guerra contra el cambio climático", explicó Martín von Hildebrand, director de la fundación Gaia.
La indiferencia que la sociedad civil trata de derribar está medida. Según investigaciones de la firma Cifras y Conceptos, que lidera César Caballero, ex director del Dane, ninguna institución pública nacional conoce con certeza las tasas de deforestación que afectan a este bosque tropical, esto a pesar de que Colombia se vende internacionalmente como una potencia megadiversa y en la Cumbre de Diversidad Biológica de Nagoya asumió pactos para frenar la pérdida de biodiversidad.
"El país tiene muy poca información sobre medio ambiente y gobernabilidad de la Amazonia, la que existe corresponde a cinco años atrás. El 22 por ciento de los datos son del 2005 o antes del 2000, eso no permite orientar las discusiones que se dan sobre el tema. Es importante revisar qué está pasando con la información, porque las entidades que tienen a su cargo su recopilación se financian con recursos públicos", dijo Caballero. Tampoco hay estadísticas actualizadas sobre mercado laboral u otros temas económicos, y eso que allí viven 1'200.000 personas.
Pero no solo es el Estado el desinteresado. Una encuesta de Napoleón Franco indica que la mayoría de la población reconoce saber muy poco de esta selva, la segunda región más rica en flora y fauna del país.
Colombianos reconocen el valor de la selva
La alianza 'Amazonas 2030' también busca volcar al colombiano promedio a favor de la selva, ya que una encuesta aplicada por la firma Napoleón Franco en 45 municipios concluyó que el 67 por ciento de los 1.500 encuestados reconoció tener pocos conocimientos de este bosque tropical.
Pero el 96 por ciento identifica su importancia y casi todos (90 por ciento), dicen que allí hay recursos naturales que deben ser atendidos con prontitud por el Gobierno.
El 77 por ciento cree que el futuro de la zona está en alto riesgo.
Cuando se preguntó qué era en lo primero que pensaba cuando alguien le hablaba de la Amazonia, la mayoría de los sondeados habló de animales, agua y belleza.
A pesar de toda esta biodiversidad, la mitad de los encuestados (52 por ciento) dijo que la mayor riqueza de la selva podría ser el petróleo y el oro del subsuelo, que podrían explotarse.
Las plantas del Amazonas actúan como un aire acondicionado que refresca al planeta. Y de allí también sale una quinta parte del oxígeno que usamos para vivir. Por estos servicios, un 90 por ciento de la gente que fue abordada por la encuesta piensa que los países desarrollados deberían pagar un 'impuesto', dirigido a los países amazónicos, que sirva para tener la selva intacta.
Javier Silva Herrera
Redacción Vida de Hoy

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